San Martin |
4º- Estimular en Mercedes ...
Estimular en Mercedes la Caridad con los pobres
De profunda esencia cristiana, esta máxima encierra no sólo un consejo sino también una filosofía normativa. Si bien la caridad es el gesto generoso trasladado en silencio con una alta porción de amor, con el límite de sobriedad y austeridad que su expresión impone, no es menos cierto que ella es, para quien la recibe, la actitud que llega a tiempo, calladamente, para paliar una necesidad, para ahorrar un dolor o para disimular una mortificación. La caridad es la actitud hacia nuestros semejantes, de nuestra comprensión y nuestra solidaridad. Es, asimismo, el mandato divino que nos congracia con Dios y con nuestro espíritu, en la medida que sepamos llevarla con modestia, sin exhibicionismos. Porque la dimensión real de la caridad va implícita en la prudencia de su administración y en el calor de su entrega. Porque el pobre, el necesitado, aquel que llama a nuestra caridad, es sensible en grado sumo, al gesto amistoso, a la franqueza de intención y de realización. ¡Demasiado castigo la pobreza! Por eso la caridad es la voluntad divina que transita por nuestras manos para llegar al alma doliente y acercarle luz; la luz de la bondad; la bondad del amor. Conocía muy bien San Martín, porque lo había medido en su real medida, cuánto y cómo sufren los pobres. Y, si bien, él mismo lo era de bienes materiales, cuánta riqueza guardaba su alma; cuánto amor dispensado con generosa prodigalidad.